Algunas citas memorables

"Si en la noche lloras porque has perdido el sol, las lágrimas te impedirán ver las estrellas" Rabindranath Tagore

"Yo voy soñando caminos" Antonio Machado

"Lo que más me importa de la vida, es vivir" Federico García Lorca

"El mundo nada puede contra un hombre que canta en la miseria" Ernesto Sábato

"Se tú e intenta ser feliz, pero ante todo, se tú" Charles Chaplin

"Hoy es siempre todavía" Antonio Machado

"¿Quién puede saber qué es real y qué es la verdad disfrazada de cuento?" Belgarath

"Yo soy la Justicia" L

"Que puedas no significa que debas" Acheron Parthenopareus

martes, 10 de enero de 2012

Platero y nosotros


La actividad propuesta para este tercer bloque consistía en la realización de unas jornadas culturales en las que participasen todos los cursos de la etapa de Educación Primaria; siendo la figura de Juan Ramón Jiménez el eje conductor para la programación de las sesiones desarrolladas para cada curso.

Para la realización de dicha tarea, la clase estuvo dividida en varios grupos que trabajaron sobre un curso concreto, estando nuestro grupo formado por las siguientes personas: Javier Alarcos, María Arias-Gago, Pablo Bragado, Luis Cedillo, Marina Ezama, Elena García, Antonio Quevedo, Francisco López-Ocón y Pedro Zapata.

Todos nosotros nos encargamos de la realización de una serie de sesiones enfocadas a alumnos del primer curso de la etapa de Educación Primaria; intentando programar las actividades con cierta coherencia y teniendo en cuenta la edad de los niños a los que estaban dirigidas las sesiones.

De esta forma, uno de los motivos por los que, desde el CSEU La Salle, se nos propuso participar en la realización de dichas jornadas culturales fue la visita de los alumnos procedentes de Puerto Rico a nuestro país y a las instalaciones del centro universitario; así, la “I Jornada de lengua española y cultura hispánica para estudiantes puertorriqueños” celebrada en Madrid el 28 de Noviembre, no sólo contó con el trabajo realizado en forma de sesiones por los alumnos del grupo “A” de 3º de Grado en Educación Primaria, sino que también ofreció a algunos de los alumnos de dicho grupo la posibilidad de participar activamente en dicha jornada cultural.

No obstante, y centrándonos en el trabajo realizado por nuestro propio grupo, observamos que la actividad realizada para la jornada cultural ha dado como resultado una programación formada por cuatro sesiones de hora y media de duración cada una; lo que hace un total de seis horas con las que se pretende hacer llegar a los alumnos una serie de conocimientos básicos acerca de Juan Ramón Jiménez y su obra más representativa con título “Platero y yo”.

A continuación, detallaremos cada una de las sesiones programadas para el primer curso de Educación Primaria:

Sesión 1

En esta primera sesión, explicaremos brevemente a nuestros alumnos en qué consisten las jornadas culturales para, posteriormente, darles a conocer algunos de los detalles básicos sobre el autor.

En cuanto a los materiales necesarios para esta primera sesión, los alumnos simplemente deberán contar con temperas, bastoncillos higiénicos para los oídos y unas cartulinas blancas, que entregará a cada alumno el propio profesor, con la silueta del rostro de Juan Ramón Jiménez.

Así, tras explicar a los alumnos los objetivos de las jornadas culturales y los motivos por los que dichas jornadas se celebran, el maestro deberá intentar introducir a sus alumnos en el tema que se va a desarrollar a través de algunas preguntas motivadoras para los niños y contando la historia de la biografía de Juan Ramón Jiménez; debiendo hacer incidencia dicha historia en aquellos detalles curiosos e interesantes que no saturen a los alumnos con infinidad de datos y detalles ajenos a su interés:

Siempre cifró su nacimiento en la Nochebuena de 1881, y aunque realmente nació a las doce de la noche del 23 de Diciembre, la peculiar hora le permitió ver su vida como un “instante hacia el futuro”; un momento entre el presente y el futuro, entre el hoy y el mañana, entre lo conocido y lo desconocido…

Juan Ramón Jiménez era un pequeño algo travieso, pero muy buen estudiante, que siempre llevaba en su bolsillo una pequeña piedrecita de Moguer, el pueblo en que nació; desde muy chiquitito pensaba que sería un buen amuleto, un buen recuerdo de aquel lugar en el que había perseguido a sus amigos y en el que había crecido jugando y realizando esas pinturas que tanto le relajaban.

Pero el futuro escritor creció y tuvo que abandonar las calles de su querido pueblo para comenzar a escribir los primeros versos de una vida, la suya, que en principio estuvieron dictados por su propio padre; quien le obligó a comenzar una carrera de Derecho que, el soñador y rebelde muchacho, abandonaría para viajar a Madrid y publicar sus dos primeras obras.

Parecía que el sensible muchacho había encontrado su vocación, pero este sueño se tambaleó con la muerte de su padre y una situación familiar que le llevarían a vivir una profunda depresión de la que se recuperó totalmente gracias a su fortaleza mental, a la ayuda que le proporcionó la propia escritura y al regreso a su pueblo natal en el que realizó una gran producción literaria…

Cuando Juan Ramón estuvo mucho mejor, quiso volver a retomar aquella vida propia que tuvo que abandonar; así que el joven escritor volvió a Madrid para escuchar aquella voz agradable que le cautivaría, aquella risa que le hechizaría retumbando para siempre en su cabeza y en su corazón…

Juan Ramón se había enamorado de Zenobia, una muchacha a la que llamaban “la americanita” y con la que se casaría en Estados Unidos; pero el destino volvería a zarandear la vida del escritor cuando a su esposa le diagnostican una terrible enfermedad y cuando se ve obligado a abandonar España al estallar la guerra civil.

Tras unos años difíciles para la pareja, y tras otra crisis depresiva de Juan Ramón, el matrimonio se traslada a Puerto Rico; fue entonces cuando comienza a dar clases en la universidad y cuando la Academia Sueca le otorga el Premio Nobel de Literatura...

Pero la vida volvería a maltratar a un hombre que, solamente tres días después, habría cambiado ese premio que aceptó Jaime Benítez en su lugar, por haber podido salvar a su esposa de la muerte provocada por el cáncer.

Juan Ramón, enamorado incluso tras la muerte de su esposa, falleció dos años más tarde en la misma clínica.

Tras dicha lectura, el profesor preguntará a sus alumnos cómo se imaginan al protagonista de la historia y, posteriormente, les mostrará una fotografía de su rostro; proponiendo la realización del retrato del autor a través de una técnica plástica para la que serán necesarias las temperas y los bastoncillos higiénicos para los oídos.

Así, a través de punteo con los bastoncillos mojados en tempera, los alumnos podrán dar color al rostro del autor.


Sesión 2

Esta sesión está estrechamente ligada a la primera, ya que en ella trataremos de entender un poco más a Juan ramón Jiménez conociendo sus viajes. Para ello, utilizaremos un breve relato en el que intentaremos despertar la curiosidad por otras culturas. No sólo necesitaremos el relato, también precisaremos de revistas, pegamento, tijeras o punzones y dos cartulinas de Din A3.

Previo a leer el relato, es necesario mostrarles un mapa dónde partiremos de su ubicación actual, por ejemplo, si viven en Madrid, la comunidad de Madrid. Fomentar la motivación de cómo puedan ser los lugares es de vital importancia para que el niño se sienta partícipe de la actividad, por ello preguntaremos si han estado alguna vez en esa ciudad o saben algo que sus padres o entorno hayan podido contarles.

Para la actividad que realizaremos posteriormente, es necesario que les pidamos que se fijen en cómo era el pueblo de Juan Ramón, ya que a continuación intentaremos representarlo a través de recortes de revistas en las dos cartulinas.

A continuación leeremos el relato.

En una mañana de invierno, en una provincia de Huelva, nació en Moguer el pequeño Juan Ramón. Lo primero que vieron sus ojos fue a sus padres, pero conforme crecía su entorno era una de las cosas que más apreciaba.

Cada mañana, Juan Ramón se despertaba con el cantar de los pájaros, y después de haberse aseado y desayunado salía a dar un paseo por su bello pueblo de Andalucía. Las calles estaban llenas de flores, y curiosamente casi todas las casas eran blancas, lo que realzaba el color de las flores. La mayoría de las casas tenían un pequeño balcón lo que concedía un ambiente familiar al pueblo ya que las calles eran estrechas.

Conforme fue pasando el tiempo, Juan Ramón fue creciendo y cambiando de lugares. Los primeros cambios no fueron demasiado grandes ya que seguía en Andalucía, pero más tarde se trasladó a Madrid, luego Washington, Puerto Rico… todo grandes ciudades donde la paz y tranquilidad son difíciles de encontrar.

No hubo día que Juan Ramón no echase de menos sus largos paseos por las hermosas calles blancas de su querida Andalucía.

Tras este relato, realizaremos una serie de preguntas sobre cómo era el pueblo de Juan Ramón Jiménez para así poder representarlo a través de los recortes en las cartulinas. Para que la actividad sea más fácil de realizar, dividiremos la clase en dos grupo y en cada grupo habrá una cartulina. Por último, una vez terminados los paisajes se colgarán en el pasillo del colegio para ambientar la semana cultural.


Sesión 3

En primer lugar comenzaremos con una actividad en la que el profesor leerá un fragmento de la obra en la cual, se haga una descripción del burro de “Platero y yo”. Un fragmento adecuado sería el siguiente:

“Platero es pequeño, peludo, suave; tan blando por fuera, que se diría todo de algodón, que no lleva huesos. Solo los espejos de azabache de sus ojos duros cual dos escarabajos de cristal negro. Lo dejo suelto y se va al prado y acaricia tibiamente, rozándolas apenas, las florecillas rosas, celestes y gualdas. Lo llamo dulcemente: ¿Platero?, y viene a mí con un trotecillo alegre, que parece que se ríe en no sé qué cascabeleo ideal”.

A continuación podremos realizar alguna pregunta sobre el texto, para ver si han comprendido bien el fragmento y que nuestros alumnos descubran cómo es el animal; para ello utilizaremos preguntas del tipo: ¿Cómo es físicamente?

Una vez analizado este punto, nuestros alumnos realizarán una actividad que consistirá en que cada uno dibuje su particular burro, de manera que en este momento veremos cómo nuestros alumnos han entendido el fragmento; siendo el material necesario un folio, un lápiz, pinturas de colores y goma.

En la segunda parte de la actividad, los chicos deberán pegar sus burros en la silueta de uno mucho más grande, de manera que queden todos y cada uno de los pequeños burritos en el interior del grande y, así, se obtenga un enorme burro formado por el trabajo de todos los alumnos.

Una vez que el gran burro esté terminado y en su interior se encuentren los burritos de todos los alumnos, comenzará el juego “poner la cola al burro”. Así pues, uno de los alumnos de la clase, elegido al azar comenzará el juego vendándose los ojos y escuchando las indicaciones del resto de sus compañeros, que le intentarán guiar hasta que consiga ponerle la cola al burro en el lugar correspondiente; pudiendo dicha actividad realizarse varias veces para que todos los niños participen, ya sea vendándose los ojos y realizando el juego o indicando al compañero para que realice de manera satisfactoria la actividad.


Sesión 4

En esta última sesión, dividiremos nuestra hora y media en dos partes divididas en la lectura de la poesía sobre el invierno y en la memorización de una pequeña frase de la poesía y posterior realización de una actividad consistente en la elaboración de un mural en el que aparecerá un árbol de grandes dimensiones.

Para el correcto desarrollo de la cuarta sesión necesitaremos papel continuo o un folio de tamaño aproximado “DIN A1”, lápices de colores, hojas recogidas de los árboles, cola blanca y algodón.

El profesor repartirá a los alumnos unos folios en los que vendrá escrita la poesía sobre el invierno de Juan Ramón Jiménez, posteriormente el docente leerá la poesía con y para los alumnos. Al terminar dicha lectura, el profesor asignará a cada educando una determinada frase de la poesía, y el alumno deberá aprendérsela para, posteriormente y entre todos, recitar el poema sin leerlo.

Canción de invierno

“Cantan. Cantan.
¿Dónde cantan los pájaros que cantan?
Ha llovido. Aún las ramas

están sin hojas nuevas. Cantan. Cantan
los pájaros. ¿En dónde cantan
los pájaros que cantan?

No tengo pájaros en jaulas.
No hay niños que los vendan. Cantan.
El valle está muy lejos. Nada...

Yo no sé dónde cantan
los pájaros -cantan, cantan-
los pájaros que cantan.”

Tras la lectura y memorización de la poesía, realizaremos la actividad; consistiendo el ejercicio, en la elaboración de un árbol grande dibujado sobre un papel continuo o de tamaño DIN A1, debiendo estar la actividad plenamente guiada y distribuida por el profesor.

De esta forma, el profesor realizará la silueta del árbol sobre el papel, destacando el hecho de que, en su tronco, aparecerá la poesía que se está trabajando; dicho texto será escrita por los alumnos (escribiendo cada niño la frase anteriormente asignada).

Una se haya hecho todo esto, los alumnos, junto al profesor, saldrán al patio para recoger hojas caídas de los árboles para, posteriormente, pegarlas en la parte inferior de nuestro árbol, de manera que se simule la caída de las mismas del propio árbol; por último, los alumnos también pegarán trocitos de algodón sobre el árbol a modo de copos de nieve.

Una vez acabada la actividad se dará por finalizada la cuarta sesión y la jornada literaria dedicada a Juan Ramón Jiménez.

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