Algunas citas memorables

"Si en la noche lloras porque has perdido el sol, las lágrimas te impedirán ver las estrellas" Rabindranath Tagore

"Yo voy soñando caminos" Antonio Machado

"Lo que más me importa de la vida, es vivir" Federico García Lorca

"El mundo nada puede contra un hombre que canta en la miseria" Ernesto Sábato

"Se tú e intenta ser feliz, pero ante todo, se tú" Charles Chaplin

"Hoy es siempre todavía" Antonio Machado

"¿Quién puede saber qué es real y qué es la verdad disfrazada de cuento?" Belgarath

"Yo soy la Justicia" L

"Que puedas no significa que debas" Acheron Parthenopareus

miércoles, 18 de enero de 2012

La princesa y los siete hackers

La princesa y los siete hackers

Erase una vez, hace no tanto tiempo, un reino pequeño llamado Andalucía que estaba dentro de un país llamado España. En este pequeño reino, había un rey y una reina. La familia Real se completaba con la Princesa y el Príncipe. Pero la Princesa no podía ser más diferente del resto de su familia. Sus cabellos eran pelirrojos, rojos como el mismo fuego. Y sus ojos castaños parecían adquirir un tono verdoso a veces. A veces parecía que esos ojos brillaban con algo que parecía ser magia.

El Rey y la Reina eran personas muy serias y estiradas. Ellos decían que los aristócratas no podían permitirse el lujo de reír ni de demostrar sus sentimientos. Porque decían que estaba mal visto. Por eso y por otras razones, la Princesa, de nombre Lyra, odiaba a su familia. Además, estaba el hecho de que la Reina no era su madre. Era su madrastra. Su madre, la Reina Ana, había muerto hacía años en medio de unas circunstancias más que sospechosas. Y Lara había ocupado su lugar. Poco a poco, ella se había ido adueñando de la voluntad del Rey. E iba enfrentando a este contra Lyra. Y esta situación quedó fijada irreversiblemente cuando la madrastra tuvo al Príncipe Zack. Como él era un  chico, a Lyra se le acabaron pronto todas las posibilidades que tenía de gobernar. 

Cuando esta situación se dio, Lyra estalló y le dijo a la madrastra que era una mala influencia y que algún día todo el mal que ella había causado le sería regresado. Temiendo que Lyra estropease sus planes, Lara mandó matarla. Pero la princesa huyó, aunque todos creyeron su muerte. 

Lyra estuvo vagabundeando por el reino, viendo como vivía realmente la gente. Se le hacía un nudo en el estómago al ver como había gente que era encarcelada simplemente por ser contrarios al régimen de terror que estaba imponiendo la Reina. Ella, que nunca se supo estar callada se atrevió a meterse con unos partidarios de su madrastra. Si, Lyra siempre acababa metiéndose en problemas. Y ella hubiera acabado muy mal por su manía de no callarse lo que pensaba, hubiera, si no hubiese recibido la ayuda de otras siete personas que pensaban igual que ella. Pero como los guardias de la reina, la temida policía, estaba a punto de llegar, se llevaron a Lyra con ellos a su cuartel secreto.

Lyra miró a su alrededor. Estaban en una habitación llena de cosas desordenadas. Mapas diferentes encima de la mesa, mezclados con octavillas que ella reconoció como las subversivas octavillas que su madrastra odiaba tanto. No había duda, esos siete de ahí eran la oposición a su madrastra. Los siete la miraban. Nadie decía nada y un incómodo silencio se había adueñado súbitamente de la sala.
-¿Tú no tienes sentido común o qué?
La que había hablado era una chica pálida, ojerosa, con un rizado e indomable cabello marrón y ojos marrones ocultos tras unas gafas. Lyra la miró enojada.
-¿Disculpa?
-Enfrentarse a los partidarios de la Reina dando la cara… o eres muy valiente o quieres que te maten.
Continuó la castaña.
-Si quieres enfrentarte a la Reina y unirte a nosotros en nuestra lucha por la libertad, debes aprender.
Dijo otro de los siete chicos. Un hombre de tez rojiza y ojos grises con pelo negro.
-¿Aprender a qué? Dijo Lyra intrigada.
-Aprender a usar las redes y todo lo informático para hacer frente a los Reyes. Y como en las redes siempre queda algo registrado, usamos nombres falsos.
Lyra sonrió. Le gustaba mucho la idea.
-De acuerdo entonces, estoy más que dispuesta a aprender.

Pasaron los años, y Lyra se hizo una más de aquel grupo de activistas. Ya no se llamaba más Lyra, ahora su nombre era Nana. Nana aprendió las mejores técnicas para infiltrarse en redes de seguridad. Aprendió a hackear ordenadores para poder acceder a la información que le era ocultada de forma sistemática al pueblo, publicándola más tarde en las redes sociales. Y así, progresivamente, la verdad fue llegando a más gente, por lo que más gente quería que cesase el mandato de los Reyes. Sobre todo de la Reina Lara, quien era más odiada que el mismísimo diablo.

Y sin embargo, la Reina seguía en el poder, seguía deshaciéndose de todos los que le dejaban de resultar útiles. Y el Rey no fue una excepción. La reina se libró de él como quien se libra de una mosca molesta. Eso solo hizo enfadar más al pueblo. Por lo que se creó un clima de tensión en el que las detenciones se hicieron muy frecuentes. Y cada día que pasaba, la ex-princesa, se iba olvidando más de su antigua identidad e iba queriendo más y más a los hackers. 

Cada uno era especial. Estaba Polgara, la castaña que mantenía el orden para que todo no se fuese por la borda. Scar, el gran creador de virus informáticos. Que siempre tenía una sonrisa en la cara. Kira a pesar de ser un genio siempre andaba perdiendo las cosas. Y estaba también Elendil, el hermano de Polgara, el chico que le atraía. Si, ella, la corazón de hielo se estaba enamorando. 

Un día que Nana volvía al piso se encontró todo revuelto. Todo roto. Tras ella, llegaron Kira y Scar, ambos parecían salidos de una pelea, puesto que estaban muy mal heridos.
-¿Chicos que os ha pasado?
Inquirió Nana asustada mientras les curaba las heridas.
-La policía averiguó donde vivimos. Se han llevado a los otros.
Dijo Kira con los ojos lacrimosos. Creía que eso era culpa suya, ¡claro, como siempre iba perdiendo las cosas!
-Pero hay que hacer algo, les matarán.
-¿Qué quieres que hagamos, Nana?
-Pensemos. Algo habrá que podemos hacer.

Así que los tres se pusieron a pensar, a ver que podían hacer. Y Nana decidió jugárselo todo a una carta. Hackearían la red de palacio, las redes de seguridad y los ordenadores con los archivos que convenían que no saliesen a la luz. Era obvio que después de eso, todo iba a saltar por los aires. Pero a ella le daba igual. Simplemente quería a su familia (si, había llegado a considerar a los hackers como su familia) de vuelta. Así que así lo hicieron. Y Nana fue de regreso al palacio. Eso fue como enfrentarse a su pasado, pero como Polgara le solía decir, hay que enfrentarse a los miedos para hacernos más fuertes. Casi como si se tratase de una película, Nana se coló en palacio, logrando sorprender a su madrastra a solas.
-¿Quién eres tú, cómo has entrado?
-Para ser una reina, tienes una seguridad pésima. Me llamo Nana, aunque tú deberías conocerme por otro nombre ¿verdad, Lara?
-¡¿Quién eres tú?!
-Soy Lyra.
-NO, es Imposible…
Una botella rompió el cristal de la ventana. Por ese hueco recién abierto se escuchaban voces furiosas.
-Es el fin de tu era de terror.
-No lo creo, ¡¡Guardias, cogedla!!
Sin embargo, cuando los guardias fueron hacia ella, las puertas mecánicas se cerraron, dejándolos atrapados. Tanto la Reina como Nana miraron por la sala, buscando al responsable de aquello, para toparse con un par de hermanos. Polgara y Elendil, que sonreían con satisfacción. Los siete hackers avanzaron hacia la reina, poniéndose tras Nana.
-Ha llegado tu fin…
-Nunca…
-No puedes escapar, el pueblo ya está en palacio. Sólo es cuestión de tiempo que pagues por todo el mal que has causado.
Dijo Nana con los ojos brillando a causa de la emoción. La madrastra al saberse acorralada se dirigió hacia la ventana y se tiró. Pues prefería intentar una huida, por muy desesperada que fuera antes que pagar por sus crímenes.

El pueblo se reunió en asamblea, puesto que era necesario elegir gobernante para que todo fuese bien. Y de esa asamblea, salieron Nana y sus siete hackers elegidos como Gobierno.
-No sé, tengo muy oxidado todo lo que me enseñaron.
Dijo Nana cuando estaban los ocho solos. Elendil le dirigió una sonrisa burlona.
-Nadie nace enseñado, así que con práctica…
-Lo que sí que os garantizo, chicos, es que esto no parece el final de una historia.
Dijo Polgara risueña. Nana le lanzó un cojín sonriendo.
-¿Ah no, y entonces qué es?
-Esto es el comienzo, querida Nana.
Replicó Polgara con una misteriosa sonrisa.

FIN

Valoración:
Este cuento, que es una adaptación de "La princesa y los siete bandoleros", que se podría considerar como la Blancanieves made in Spain, está orientada a tercer ciclo de educación primaria, puesto que aparece el tema de clima de conflictos y la necesidad de toma de decisiones para enfrentarse a los problemas. También tienen en el relato un papel muy importante las redes sociales, que a día de hoy, controlan gran parte de la información. Y eso deberíamos dejárselo claro a los niños, para que sean responsables de qué tipo de cosas cuelgan en Internet.

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